sábado, 19 de diciembre de 2020

Selene

 La noche inundas con tu luz robada

diosa de la oscuridad, dueña de los sueños

ojo de plata que vigila, incesante, el mundo

mientras las criaturas sucumben ante Morfeo.

Aullidos omnipresentes, voces que callan

guía permanente de espíritus que vagan.

Engendradora de leyendas, portadora de males.

Reina de las pesadillas, dama de mis fantasías.

Mengua mi inquietud cuando recito tu nombre,

Crece en mí el sosiego al pensarte,

Llenas el vacío de una noche absoluta,

Desapareces y el mundo deja de ser eterno.


domingo, 15 de noviembre de 2020

Caribidis y Escila

 Atrapada en una espiral, sólo veo espuma, terror y caos.

Tiento a la suerte, no obtengo respuesta alguna. Silencio.

Mi cuerpo arrastrado por un remolino, alzo la vista, escucho,

no sé qué es arriba y qué es abajo, el mundo está al revés, 

¿quién lo ha puesto así?

Dos monstruos, dos realidades

La espada y la pared, la muerte y la muerte.

Pide un deseo, el abismo está aquí. Latente.

Me atrae hacia sus entrañas y el infierno se abre.

Un soplo furtivo, la vela se apaga. Oscuridad.

Dos monstruos, dos perdiciones.

Un pensamiento absurdo, los dados lanzados a la par.

Una oportunidad en el horizonte.


sábado, 25 de agosto de 2018

Vestigia

Mantos de flores que se marchitan
su olor se impregna en nuestra piel,
una estrella cae, muerta en vida
mientras que su destello todavía se deja ver
como el lamento de una llama perdida.
Notas de una canción inmortal
parpadean en un ciclo que no encuentra su final.
Letras perennes, pensamientos inevitables
el rastro de una mente de ingenio inagotable
Restos de un mundo ancestral
que inundan de admiración el alma
de aquellos desdichados que buscan la calma
en medio de tanto alboroto, de caos abrumador
en el aquí y ahora, fugaz resplandor.

El tiempo aniquila, pero no vence.
El cuerpo se evapora, pero el recuerdo permanece.




sábado, 3 de marzo de 2018


Esos murmullos se cuelan entre mis dedos,
caen lágrimas hechas de pequeños cristales
que se unen para formar un río que me lleva
a donde los árboles nunca duermen.
Espero impaciente, pero la hora nunca llega.
Estampidas de sueños se avecinan, aunque
jamás se han marchado. Solamente esperaban
el momento idóneo para recobrar el aliento.
Nunca he dicho adiós, ni siquiera hasta luego,
la palabra “despedida” jamás ha descansado en mis labios.
Me pregunto hasta cuándo durará este sinsentido.
El mundo sigue girando bajo mis pies,
Mi cabeza continúa vagando sin rumbo
Y mi corazón… perdido, como siempre.

lunes, 11 de julio de 2016

Cuando vivir no es suficiente.

Huyen. Huyen de la guerra. Huyen con lo único que les queda: esperanza y ganas de vivir, aunque a medida que avanzan también lo acaban perdiendo. Vivimos en un mundo apático, que sólo se preocupa por el bienestar propio y el de los suyos, que vive en su burbuja de felicidad mientras el mundo más allá de sus fronteras arde. Creemos que somos los dueños de todo, el centro del universo, pero no. Somos personas, y como nosotras, hay millones más. Pero nuestro etnocentrismo no nos deja verlo. Miles de personas viajan día tras día sin descanso, por mar y por tierra, algunos se quedan en el camino y a los demás los trasladan a una jaula. No los queremos con nosotros, pero tampoco pueden regresar a sus hogares. Están en el limbo, en tierra de nadie, condenados a vivir como criminales, como repudiados, cuando su único “crimen” fue haber nacido en el lugar y momento equivocados. Vivimos en un mundo en el que los culpables son libres y los inocentes prisioneros. Un mundo donde al que no tiene nada se le rechaza y al que lo tiene todo se le alaba. Lo peor es que siempre ha sido así y eso no va a cambiar por mucho que lo intentemos. Ya he desistido en creer en un mundo mejor porque el ser humano es egoísta por naturaleza, por fin lo he aprendido. Pero como la esperanza es lo último que se pierde, me seguiré aferrando a las buenas personas que sí hacen de este un mundo mejor, y sobre todo, mi corazón estará con esa gente que sin pretenderlo se ha visto perdida en la nada, con la esperanza dibujada en sus ojos, preguntándose por qué el mundo los odia, por qué a ellos.

lunes, 15 de febrero de 2016

Se despertó de un sueño profundo...

Se despertó de un sueño profundo tan largo como una noche de invierno, rodeada de rosas que olían a melancolía. Sus labios resecos se separaron lentamente para dejar salir un quejido minúsculo, débil, con un regusto a polvo y a caducidad. Sus extremidades permanecían inertes, como los de una momia milenaria, pero su corazón latía vehemente atrapado en un cascarón que le venía pequeño. Sus ojos escudriñaban el techo abovedado  brillando de emoción, con la alegría de estar vivos de nuevo. Eran de un azul turquesa que helaba el alma de quienes los contemplaban por primera vez, con una fina línea acastañada en el iris. Sus cabellos negros se esparcían por el césped en múltiples direcciones, como serpientes que se arrastran en busca de una luz que les proporcione ese libre albedrío que tanto ansían. Parecía una eternidad el tiempo que había pasado desde que cerró los ojos por última vez, pero no se imaginaba que tan sólo un instante hace falta para perderse en ese remolino voraz que es el tiempo. Una lágrima fugitiva resbaló hasta morir en una de las rosas. Su mente había empezado a divagar, pero no logró encontrar ni un indicio de sus pensamientos, ni siquiera de los más insubstanciales. Trató de profundizar en sus emociones, sus recuerdos, pero no halló absolutamente nada. Había pasado tanto tiempo, que había olvidado cómo soñar.

domingo, 30 de agosto de 2015

Una analogía.

Los poemas son como el mar. Los hay rudos, desordenados, implacables por la dificultad de escudriñar su significado intrínseco, como un mar bravo. Otros son lisos, finos y vacíos de significado, como un mar en calma. Por último, están los que parecen toscos a primera vista pero, cuando te acercas a ellos, descubres que puedes deslizarte dócilmente a su merced y entresacar las maravillas que esconden, como el mar cuando produce sus suaves ondas a causa de la brisa matutina. Estos últimos son los más especiales y los más arduos de encontrar.